Navipeich 2006 (IV): Más madera

Esto es la guerra, señores, consumismo a jieeeerro.

Había previsto comprar un buen libro sobre Final Cut Studio, la suite de edición de video de Apple, para cuando tenga el iMac. Lamentablemente ha sido imposible, pero da igual, que para eso tengo lista de cosas apetitosas para agenciar.

Lo primero ha sido una sorpresa: han abierto una tienda de chocolate en calle Granada. Los que me conozcan sabrán lo que eso conlleva para un servidor. La tienda en verdad no mola nada, es algo estéril y parece un puto museo de pop-art. Da la sensación de que Prince (o como cojones se llame ahora) vaya a entrar de un momento a otro.

Pero estuvo bien, hay chocolates de muchos paises, con distintos porcentajes de cacao, sin aditivos ni mierdas. Luego hay tropecientos tipos extraños de bombones, destacando el extraño bombón con aceitunas.

El caso es que, despues de pillar una tableta de chocolate sudamericano con un 53% de cacao (había tabletas con 100% de cacao, pero esto hay que catarlo de forma gradual creo yo) decidí devolver el Call of Duty 3 de Wii y cambiarlo por otro juego. Que nadie me malentienda, COD3 es un juegazo, pero es una locura que sólo está al alcance de los freaks que estén viciados a las anteriores entregas. Además ya tenía otro shooter que me gusta mucho más, Red Steel. Así que me saqué el carné de socio de GAME y me traje el divertidísimo Monster 4×4 Circuit.

¿Qué tal está el juego? Pues para ser concisos, es un Mario Kart pero con coches 4×4 y circuitos llenos de baches. Ubisoft se está ganando un beso en la boca con lo bien que se está portando con Wii. Vaya, como que el próximo juego que caiga es bastante probable que sea el delirante Rayman. El Monster trae además el volante para ponerle el wiimando, asi que la sensación de juego es la polla. Además puedes hacer acrobacias haciendo determinados gestos, es un punto.

Y mientras juegas, insisto, pides con la mente un Mario Kart Wii a gritos.

Y para rematar la faena a lo grande, tras probar el Monster he comprado un jamón serrano de Salamanca, de los caros, y se lo he regalao a mi familia. La trampa está, claro, en que yo soy parte de la familia, bwahahaaha.